Pueblos, donde el agua corre por sus calles, donde el aire silba en cada esquina. Salpicadas las paredes de elegantes flores en sus macetas. Tranquilidad eterna en el sonido de sus gentes. La cortesía preside sus días, y el estrés aún queda fuera de las fronteras, porque la naturaleza no quiere incluirlo en su diccionario.
Los automóviles, no entran en sus calles, estrechas y blancas, donde sólo llega aguas cristalinas de su Sierra Nevada. El paso de cabras por su plaza, en algunos patios aun muguen las vacas, y el asno solitario, en sus angarillas lleva cosecha y vino.
El trabajo en la tierra encontró su lugar perfecto, huertos juntos a pequeños arroyos, en privilegiados rincones de la naturaleza. Rodeados de helechos, pinos, moreras, higueras y castaños.
Sueños de pueblos verdes, Capileira, Bubión y Pampaneira. Mecina, Mecinilla, y Fondales, escondidas sus calles. Ferreirola avanzó hasta los límites. Pitres se une al mar, Capilerilla anclada en el pasado. Pórtugos da su fuente agria. Atalbéitar quietud en sus rincones y Busquístar, vigilante de las aguas del Trévelez.
La Alpujarra, paró el tiempo, y la naturaleza la acogió, como fiel compañera, fortificada por la sierra y, llena de vida por su agua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario