9 de octubre de 2009

PUESTA DE SOL


¿Que tiene la puesta de sol, que es capaz de detener la actividad de todo aquel, que de su hermosura se quede impregnado?, ¿Que tiene ese cambio de guardia, en el palacio de los seres vivos, que con su traje amarillo, deja paso al vestido de gala blanco de la luna?

Un momento, un instante, al menos cinco minutos, para dejarnos parados e inmóvil como los árboles. Enraizados en el suelo, en nuestro lugar preferido para despedirnos del sol. No es sólo un fenómeno que se repite todos los días, aunque es un hecho que muy pocas veces presenciamos.

¿Cuanto daría una persona con pérdida de visión, de ver una sóla puesta de sol?, ¿Cuánto daría yo por tener a mi lado, a mi abuelo en la puesta de sol de esta noche?

Ese instante, regula el final del día para unos seres vivos, y el principio para otros. Poco a poco las nubes se vuelven grises. En ese mismo momento, al inicio de la octava noche después de la luna llena de agosto, en los arrecifes de coral, comienza el espectáculo más bello conocido en las aguas cristalinas del Mar Caribe, el desove marino coralino.

Justo en esos cinco minutos, todo lo que rodea a la puesta de sol, reduce la intensidad, en esos instantes, el tiempo parece transcurrir más lento. El sonido se pierde en la lejanía, la luz parece agotarse, las nubes quieren ocultarse, el cielo se hace más cercano, los pájaros dejaron de volar, la marea pierde sus olas, y el viento se toma un respiro.

La tranquilidad de esos cinco minutos, llena de fuerza mi ser, olvida mis malos momentos, y emerge en mi interior una energía, que con fluidez va llenando mi cuerpo. Poco a poco, voy volviendo a la conciencia plena, y la noche llega de gala, con su invitada más hermosa, la luna llena.

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