3 de noviembre de 2009

ENEAS


Eneas, en la mitología griega, era un héroe de la guerra de Troya, hijo del príncipe Anquises, y la diosa Afrodita, y quien según algunos autores fundó Roma. Pero en mi entorno, eneas, son las plantas que crecen en los arroyos, en su lado interior, y donde el agua parece descansar. A través de sus rizomas subterráneos, puede llegar a extenderse y formar núcleos importantes, donde también se observan juncos y carrizos. Sus hojas, que según la especie, es ancha o estrecha, llega a medir hasta los 2 metros, y su cualidad más importante en el medio natural, la de purificación de las aguas, aunque no tolera la salinidad.

Arroyos y ríos, en sus orillas, eneas, que escondían a las aves, a sus crías y su casa. Eran verdaderos feudos naturales, pero su presencia se ha ido reduciendo, en gran parte, a la desecación de los arroyos. Su género, Thypa spp., era todo un homenaje, valiente "tipa" esta hecha esta planta. Antaño, era todo un complemento. Su utilidad fue muy variada, cuando una vez cortada y secada se empleaba, en la elaboración de sillas, sillones, cestas y muy especialmente en techos de chozas y pequeñas casas. Sin embargo, cuando sus poblaciones eran muy altas, los vecinos de pueblos y ciudades, las utilizaban verdes, para el adorno de calles junto con adelfas, juncos y romero, en las fiestas locales, tanto en procesiones como en el Corpus.

Hoy día, al igual que otras muchas plantas, el deterioro de su población esta prohibido, aunque en ocasiones, y me imagino que con los permisos oportunos, aun hay personas, que como antiguamente, se dedican a la corta y secado donde con mucho cuidado aun se puede disfrutar de su belleza.

En sus días, su rival en la carpintería fue el esparto, hoy día el plástico, y de entre estos el peor el polietileno.

Eneas, planta con mitología incorporada, que en nuestros días se ve derrotada por un derivado, que parece tener eternidad. Una silla de eneas, no podía contaminar, porque su vida era inferior a la del ser humano. Una silla, o cualquier material de polietileno, durará 500 años en desintegrarse, y 500 años contaminando.

Tu hacías descansar a las aguas, llenabas de vida las orillas, y en tu bosque crecía el espacio, donde el aire pasaba respirando. Su aroma calmaba la fuerza, que las crecidas enfurecidas pasaban sobre sus remanzos. Quietud eterna, donde el barbo ya no descansa, donde el ave no recrea sus vidas, todo ello porque el hombre le robó su agua.

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