10 de noviembre de 2009

TORO BRAVO












De entre todos los mamíferos de nuestras dehesas, destacan por su dominio y adaptación en la sierra, dos de ellos, el toro bravo y el cerdo ibérico. Valientes y orgullosos, pero a la vez huidizos y sin vejez.

Centrándome en el toro bravo o toro de lidia, su origen es muy cuestionado, pero sin duda, ibérico. Descendiente del mítico Uro, su vida transcurría en clima mediterráneo, cerca de cursos de agua, y era allí donde en los años 5.000 al 3.000 A.C., el hombre cazaba a éste mamífero, el cual le aportaba su carne y piel, y al domesticarlo leche y trabajo. La gran personalidad de este animal, ya era plasmada en pinturas dentro de cuevas, quizás con su misma sangre, quizás con sus mismos huesos. Esas pinturas rupestres que nos asombran, nos mostraban al animal más poderoso ante nuestros antepasados.

La evolución de la especie, siguió conforme a la evolución humana. Mientras en Asia, el toro ya había sido domesticado, en Europa aún el bisonte seguía en libertad.

Tal como conocemos al toro bravo hoy día, se puede decir que se inició con la formación de ganaderías de crianzas a principio del siglo XVIII, aunque en zonas concretas de España, esa selección ya se había iniciado. Con las ganaderías empezó la primera gran selección genética de un animal.

Durante años, ganaderos y mayorales, fueron cruzando animales para ganar caracteres en el animal, observados de sus progenitores y hermanos en tentaderos y corridas, y en el campo por su trapío.

Animal que en libertad, es gregario, hallando seguridad en compañía de su manada. Seguridad que también da a otros animales que a su compañía se agregan, tal como cerdos o caballos. Dentro de la manada, existe siempre uno o varios toros dominantes, que en las peleas, atacan al toro derrotado, siendo éste último, el más peligroso en el campo, pues al quedar sólo, y a veces herido tras una pelea, embiste con mucho peligro a cualquier persona, incluso a vehículos, vallados y otros animales.

No se considera al toro bravo, animal domesticado, pues en su crianza se sigue unas pautas, para conseguir animales de vida “salvaje”, donde no se potencia su rendimiento en canal, sino su fuerza, trapio, y su comportamiento al embestir.

Añojo, que con su madre descansa en las dehesas. Erales que aun de miedo huyen en carreras desafiantes. Utreros que su condición desarrolla, su fuerza emplea, y su juventud enamora. Cuatreños que en su trapio, le concedieron un año, que su vida plena en cuatro años, se llena de días para su encuentro. Cinqueños que como luchadores criados, a la plaza van a dejar su sangre, y con su valor se podrán salvar, como semental en su tierra natal.

Toro bravo, criado de la naturaleza, dueño de las dehesas, que vida más bella. Cinco años bajo el sol y las estrellas, la luna que tu silueta marca en el horizonte, pero sólo cinco años. Llora el albero que recoge tu sangre, porque muy pocos, dejan su vida en su dehesa, muy pocos, terminan sus días en su tierra. Honor.

No hay comentarios: