12 de febrero de 2012

TE PROMETO LA ETERNIDAD







En un ruta a lomos de mi Kona, me he rendido en una cuesta, parece que la edad me llega, y la cuesta era mucha cuesta. Curiosamente, miro a la derecha, para ver donde estoy, y me encuentro con un hecho que no podía dejar de mirar. Dos árboles crecían juntos y entrelazados. Hubiese pasado por allí si me estado físico fuese mejor, y ni siquiera lo hubiese imaginado, pero el azar me hizo parar allí mismo, y no pude evitarlo, a sus pies me llevé como quince minutos. En ese tiempo, pensé en su historia.
“Sería más razonable, haber elegido un espacio más tranquilo. Quizás la lógica debería haber ganado la batalla al azar, y prohibir el esfuerzo de quien no solicitó entrada en la base. Hubiese sido necesaria la unión de diferentes agentes, para llevar al invasor, ocupar el pensamiento y el alma de la tranquilidad de Alcornoque. No pensó jamás, que en el devenir del tiempo, su desmesurada pasión, llevaría a su pareja, al agotamiento silencioso de su vida.
Más de cien años, custodiando su ladera. Vigía del paso de cientos de sus vecinos, llenaba los fríos días, con cálidos movimientos de sus hojas, creando la paz, con alegres brisas de verde. No tenía otra idea Alcornoque, que renacer de nuevo en cada amanecer, y despedirse del sol en su crepúsculo, dándole gracias a la luna por sus días.

Su piel no envejecía, y de su rostro emergía la luz. Ha conocido generaciones de hombres y mujeres, sus frutos alimentaron a quienes a su planta aparecían. Su olor bajaba hasta el pueblo, donde en el remanso del agua, llenaba las ideas de su tormento.
Y en busca de la belleza, Pino, se cruzó en su vergel. No pudo evitar su mirada, que tan sólo duró nueve segundos, momento que perdió la repetición de sus azules días. Alcornoque, dejó llegar hasta sus pies, a su amado, y entre ambos eternidad se juraron. Han crecido en donde la razón le impedía. Se han amado, donde los sentimientos se perdían.
Más no sabe Pino, que su valentía, provocará en su amor la agonía. La fuerza de sus raíces, le hacen expandir sus ideas tan rápido, que Alcornoque, en su tranquilidad, sólo dedica sus días, a la pasión de su amado, sin darse cuenta, que en la eternidad que comparten, algún día, se verá entre los brazos de la oscuridad, provocado por la protección de quien le daría su vida. Más aunque Alcornoque parta hacía la energía, Pino no duraría entre los recuerdos de su alegría.”

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