



Mis pasos más cortos, porque aunque mis ojos veían la flor caer, más el olor de su azahar, paraba el tiempo delante de mí. Ese mismo viento que les llevaba, transportaba con sus manos el olor, que en mis ideas, recuerdos de eternidad llenaban. Frescura y juventud, que en su conjunto creaban momentos de paz y tranquilidad.
¡Oh flor de azahar!,
tu árbol durara una vida,
tu fruto todo un año,
tu blanco cien días,
y tu olor la eternidad.
En un largo caminar entre blanco en la tierra, y olor en el cielo, se trasladó la escena a sus pueblos, y en nuestras calles, en donde habita el naranjo, sus vecin@s, podrán disfrutar del azahar, de su belleza y de su árbol.