Grano que había quedado en la tierra, el sexto día del mes de marzo. La temperatura media, quedaba anclada en el entorno de los 12ºC, y la lluvia aparecía días después, dejando una suma que daba vida a las semillas que en primavera querían iniciar su reproducción.
Seis días después de la siembra, las primeras puntas se veían verdear sobre la cálida vega del Guadalquivir. Perfectas líneas paralelas de nuevas plantas emergían en busca de luz, en el inicio de nueva vida en las tierras de cultivo.
Veintinueve días después de su siembra (veintitrés de su emergencia), ya su porte se aproximaba a los 100 mm., aunque su meta le situará hasta superar los 2000 mm. e incluso los 2500 mm. Una vida acelerada, que en tres semanas, crecía a una media superior a 4 mm al día. La plántula de maíz, se afianzaba en el suelo, y ya entre sus hermanas, se le podría llamar planta, pues en su portentosa sobrevivencia, había logrado instalarse en la fila, dominando su propio espacio.
Gracias a la gran riqueza de nuestro Río, el valle que él mismo creó, le dará cobijo a la plantación de maíz, fertilizado y labrado por una agricultora o agricultor, y ambos le darán el más necesario alimento de la vida, el agua. Mimada por su cauce y entregada por quien labra la tierra.
Coincidiendo con el fin del invierno, aprovechará la primavera para asegurar su supervivencia, y en el caluroso verano, rentabilizará su energía para acortar los días de camino a su meta.
En 180 días desde su siembra, cada grano de siembra con un peso de 0,312 gr. y una humedad inferior al 14%, habrá generado otros 576 hij@s, todos aptos para volver a producir, con un peso de 180 gr. en total y humedad del 14%. La planta de maíz, consigue producir un gramo de maíz grano de media por día de su ciclo de cultivo, dentro de una explotación agrícola con una densidad media de 105.000 plantas/Hectárea (92.000 plantas/Ha en recolección), ya que si dicha planta si se encuentra aislada, su producción podrá incrementarse fácilmente al doble de lo expuesto.
El grano que se sembró el seis de marzo, a final de agosto ha producido 576 veces su peso inicial, y lo más importante, para ello ha tenido que generar 670 gr. de materia verde, que al momento de la recolección, habrá perdido más del 60% de su peso, en el proceso de secado, hasta llegar al 14% de humedad en grano, cifra apta para la recolección.
En el período de 180 días, la planta de maíz, no ha parado en su proceso de producción, ni de día ni de noche. No ha habido descanso, para llegar a finalizar su misión de reproducción, no puede parar su fotosíntesis, y gracias a ello, gracias a este fenomenal proceso, el maíz, se convierte en la base fundamental en la dieta alimenticia de miles, millones de personas.
Originaria de América, probablemente de México, puede ser la planta cultivada más “domesticada” de la flora mundial, todo debido a su gran proceso de selección histórico, que le ha hecho casi incapaz de lograr reproducirse de forma natural. Su gran producción de grano, ha conseguido olvidarle, que su fin último es la reproducción y no la alimentación. Se tendrían que dar situaciones muy concretas para que el grano de una mazorca de maíz, consiguiera desprenderse a tiempo, caer en suelo de buen tempero (condiciones aptas para la siembra), que el viento, agua o animal le cubriese con al menos dos centímetros de tierra, y hubiese un período de temperaturas superiores a 10ªC, y lluvias que le permitiesen su supervivencia. Bastante difícil, pero desde luego, posible, porque aunque sea el cereal más importante por producción mundial, y la planta más evolucionada gracias al hombre, su origen es natural.